
Leyenda de la laguna de Quilotoa
En la zona de Quilotoa, se cuenta que una joven luminosa apareció en un sueño junto a un gran árbol, advirtiendo que saldría más agua formando picos y cuchillas. Poco después, una fuerte erupción de agua y fuego arrasó con todo, enterrando a un vaquero, sus animales y cultivos. Tayta Anastasio, un habitante de la zona, pidió ayuda a la gente para calmar la furia de la laguna, llevando incluso a un sacerdote desde Chugchilán. Según la tradición, el nombre “Kirutoa” proviene del kichwa: kiru (dientes o árbol grande) y toa (nombre de una persona), en alusión a la forma de la laguna y su antigua leyenda de una princesa guardiana.
Pinturas
Leyenda Hacienda de Tigua
En la Hacienda de Tigua, un espíritu maligno conocido como el Tigre de Tigua atormentaba las noches, siendo el alma de un antiguo propietario que cometió abusos contra los pueblos vecinos. Rosa, hija del hacendado actual, lo enfrentó y, mediante un ritual de perdón a la Pachamama, liberó su espíritu. Desde entonces, la hacienda recuperó la paz, aunque la leyenda dice que el tigre regresa si alguien actúa con maldad en esas tierras.
Pinturas
Leyenda de la dama blanca
La leyenda sostiene que esta dama misteriosa estaba relacionada con una tragedia ocurrida en la época de los antiguos hacendados. Se dice que la mujer había perdido a su amor en un accidente en el río o en las montañas cercanas, y, desde entonces, su espíritu vagaba por la zona, buscando la manera de reunirse con él. Aquellos que se aventuraban a transitar de noche por estos caminos o cerca de las quebradas, solían escuchar sus susurros o verla caminar en la oscuridad, siempre desapareciendo sin dejar rastro cuando alguien intentaba acercarse. Según la tradición, quienes veían a la Dama Blanca eran advertidos de algún peligro cercano o de infortunios que podrían acontecer en el futuro.
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Leyenda Hacienda de Tigua
La leyenda sostiene que esta dama misteriosa estaba relacionada con una tragedia ocurrida en la época de los antiguos hacendados. Se dice que la mujer había perdido a su amor en un accidente en el río o en las montañas cercanas, y, desde entonces, su espíritu vagaba por la zona, buscando la manera de reunirse con él. Aquellos que se aventuraban a transitar de noche por estos caminos o cerca de las quebradas, solían escuchar sus susurros o verla caminar en la oscuridad, siempre desapareciendo sin dejar rastro cuando alguien intentaba acercarse. Según la tradición, quienes veían a la Dama Blanca eran advertidos de algún peligro cercano o de infortunios que podrían acontecer en el futuro.